La belleza tal y como siempre la hemos entendido, da igual. No importa. No es relevante. Lo que importa es cuidarse. Es mimarse. Es quererse. Es expresarse. Es usarla como forma de comunicar quien eres, qué quieres y qué te gusta… Expresar tu singularidad, eso es belleza. Y para eso, lamentablemente hay que aprender:
Las mujeres crecemos en un mundo en el que se nos exige muchísimo en relación a nuestro cuerpo y mente. Actuar de ciertos modos está bien, hacer esto otro está mal, raparse el pelo es para hombres, no depilarse las piernas es de sucia, mostrar canas es de dejada, tener las cejas muy gruesas es too much, llevar las cejas muy delgadas queda antiguo… Nunca nada es suficiente.
Cuando aprendemos a liberarnos de todo y hacemos lo que realmente sentimos y queremos con nuestro cuerpo y mente, estamos siendo fieles a nosotras mismas, estamos siendo naturales, estamos expresando nuestra singularidad.
Y es que seguir los cánones de belleza nunca satisface. Porque nunca es suficiente. Es una carrera sin fin. Es creer que has llegado a la meta y tener que volver a la casilla de salida.
¿Cuántas veces habré leído artículos o entrevistas a supermodelos que se declaran muy inseguras con su físico? Hace un tiempo leía esto y pensaba: “¿En serio a una de las mujeres más bellas del mundo no le gusta su cuerpo?” No lo podía creer. Pero ahora lo entiendo. Podía cumplir todos los estándares habidos y por haber pero, ¿Quién era ella?, ¿Qué le gustaba? ¿Era fiel a sí misma? Centrarse en encajar no le permitía comunicar, expresarse. Estaba en esa carrera sin fin.
Seguro que has oído o dicho alguna vez eso de: ¡Ésta persona tiene algo! No se trata de concordar o no en los estándares de belleza, se trata de lo que esa persona transmite.
Con el tiempo he aprendido que para gustar y gustarte no necesitas perfección. Necesitas aceptación, singularidad y naturalidad. Necesitas saber en qué eres buena, o quizás en qué no lo eres tanto, en qué destacas, qué cosas te hacen atractiva, qué te interesa… Saber esto y explotarlo te hace bella. Porque te hace ser tú. Y eso es poderoso. Y engancha. ¿Te has preguntado cuál es tu singularidad?
Quizás tienes un propósito, o varios. Quizás luchas por algo día a día. Quizás tienes unas metas personales o profesionales. Quizás te dedicas a abogar por algo en concreto. Quizás trabajas por algo que te interesa, o por algo que te enciende…
Y es que la belleza, entendida como singularidad y atracción, no solo la encontramos en las personas. También está en cosas tan abstractas como por ejemplo las marcas. Conectar con una marca, es como sentirse atraído por alguien. Me pasa con varias firmas, entre ellas Bradhy, que defienden su singularidad a través del empoderamiento de la mujer o con su transparencia resepecto a fabricación y materiales.
Con este escrito no me declaro en contra de los tratamientos estéticos, los tintes de pelo, los retoques… ¡Al contrario, soy muy fan! Pueden resaltar elementos que te gustan de ti. Pueden apoyar tu forma de ser única. Expresan cosas sobre ti. Y si te hacen sentir bien y para ti tienen un sentido, go for it!
De lo que estoy en contra es de hacer cosas sin pensar por qué las hacemos. Sólo pregúntate por qué lo haces. Y hagas lo que hagas, es tu decisión y punto. Es tu cuerpo, no el de los demás. Así que haz lo que te dé la gana y lo que te digan los demás está de más. De hecho de lo que también soy muy fan es de no comentar el físico ajeno. Si no tienes algo bonito que decir, mejor no lo digas.
Por cierto, me llamo Clara y soy la co-fundadora de Casa Olea, un centro de estética en Barcelona.
Vivo la belleza día a día y cada vez tengo más claro que mi función no es que te veas “bien”, mi función es hacerte sentir bien para que te veas como te de la gana. Y acompañarte en el camino, claro.
Clara Martínez