Hace unos meses empecé a interesarme por mi salud mental o como me gusta llamarlo, higiene mental.
Al igual que vamos al dentista es importante tener una mente limpia y sana. ¿Por qué?
Porque todos tenemos nuestras mochilas de traumas y esqueletos en algún armario y si no nos ocupamos pueden afectarnos a lo largo de nuestra vida.
En mi caso, me di cuenta que cuando tengo algún problema o relación complicada me disocio, es decir, pretendo que no me afecta y me desconecto de una parte de mí, quizás con el objetivo de sobrevivir o por no tener el valor suficiente de enfrentarlo en ese momento.
Esta disociación me llevó a tener problemas como ansiedad, mareos, quedarme en shock, dolores físicos…
En ocasiones hay que parar y tocar fondo para buscar soluciones.
Seamos sinceros: en España hay cierto tabú con el tema de ir al psicólogo/terapeuta mientras que no tenemos ningún problema en contar que nos hemos depilado con láser…
Sin embargo, a mí, personalmente, siempre me han interesado las terapias alternativas, el análisis del sueño, las regresiones, la hipnosis, la meditación…
Actualmente voy al psicólogo una vez por semana y hago una sesión de regresión también cada semana.
Las regresiones…
Tema complejo si los hay; mi terapeuta, alumno de la escuela de Joaquín Grau, practica la técnica de la Anatheóresis, una terapia que va directo a la raíz de la enfermedad.
Anatheóresis tiene sus fundamentos en los distintos ritmos cerebrales que condicionan nuestra percepción en el transcurso de nuestras fases de crecimiento, desde el momento en que somos concebidos y durante el período intrauterino (ritmos cerebrales Theta, de 4-8 Hz) hasta los 7 a 12 años (ritmos Beta maduros, de 14-50 Hz).
Mediante una simple relajación guiada por el terapeuta, el paciente entra en un estado de ritmos cerebrales Theta llamado IERA (Inducción al estado regresivo anatheorético, algo parecido al estado a veces llamado duermevela y caracterizado por un alto estado emotivo), permaneciendo el paciente totalmente consciente, pero manteniendo en cierto sentido la lógica y la razón en stand-by, es decir, trabajando mayormente el Hemisferio Cerebral Derecho.
Desde ese estado el paciente volverá a vivenciar (volver al hecho concreto emotivamente vivo), no a recordar sino a vivenciar, los hechos concretos y todo ese universo de emociones y sentimientos relacionados con sus daños, y mediante la sincronización de los hemisferios cerebrales (el derecho con su capacidad de vivenciar –ver y sentir-, y el izquierdo con la comprensión de las causas de esa sintomatología) se disolverá esa carga de profundidad para que no pueda enfermarnos o deje de hacerlo.
Esta terapia se considera un tipo de medicina preventiva y realmente sus efectos son muy efectivos.
Comencé con esta terapia a raíz de tener terrores nocturnos y pesadillas que luego me afectaban a lo largo del día.
A las pocas semanas de empezar con la terapia todo esto desapareció. Exactamente, ¿cómo? No lo sé, pero me ha ayudado a viajar hacia el interior de mi misma y ser más consciente de las emociones. ¿El resultado? He conseguido no volver a disociarme ante las mencionadas situaciones y estar más alineada conmigo y mis emociones.