Durante las últimas semanas, he tenido la oportunidad de volver a leer con más frecuencia y aprovechar los ratos de descanso de las vacaciones para ponerme al día con los últimos libros que entraron en casa.
En concreto, pude dedicar tiempo a leer (y procesar) un libro del que había oído hablar desde hacía bastante tiempo y que, por fin, había caído en mis manos: ’El club de las 5 de la mañana’, por Robin Sharma.
Sharma es un reconocido autor canadiense centrado en el liderazgo y el desarrollo personal. Es, además, el director ejecutivo de Sharma Leadership International, donde ofrece sus servicios a Nike, FedEx, Nasa y Microsoft, entre otros.
Debo confesar que quizás no ha sido mi lectura favorita del verano y que, a mi entender, debe ser tomado como una propuesta (técnica) de mejora de vida más que una propuesta literaria al uso.
También, creo que es importante hacer una lectura comedida y saber adaptarla a la situación particular de cada una, sin que ello lleve a frustraciones o a la sobre exigencia. Tomar cualquier rutina con la idea de que debemos ser robots que obedecen rituales matutinos y nocturnos sin parar a pensar que nos aportan carece de sentido.
Sin embargo, creo que es un libro que se presta a extraer buenas prácticas y, en general, patrones y reflexiones interesantes.
Su máxima principal es que debemos introducir en nuestro día a día la denominada ‘hora de la victoria’ - los 60 primeros minutos de cada día dedicados exclusivamente a la mejora de uno mismo. En concreto, 60 minutos que comienzan a las 5 am cada día (una hora que asusta bastante) y que se fraccionan en tres segmentos de veinte minutos cada uno:
- Movimiento. Levántate y haz algo de ejercicio. Sharma explica que el cortisol, hormona del estrés y el miedo, se produce en la corteza de las glándulas suprarrenales y luego pasa a la sangre. Esta hormona está en sus máximos niveles por la mañana. El sudor que provoca hacer algo de ejercicio libera un factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) que sobrecarga ese órgano para afrontar mejor el día. El BDNF repara las células cerebrales dañadas por el estrés y acelera la formación de conexiones neuronales, así como la formación de nuevas neuronas. Así, el aumento de la producción de noradrenalina que produce el ejercicio físico intenso no solo mejora la atención sino que hace que estemos más serenos. Y aunque son solo 20 minutos, ¡no vale hacer trampas! Sharma indica que debemos sudar sí o sí para que este proceso químico ocurra. Coge motivación y baja tu estrés desde primera hora de la mañana.
- Reflexión. La meditación refuerza la concentración, preserva la capacidad natural y aísla la paz interior. Incrementa el conocimiento de uno mismo y reduce el estrés. La dedicación del segundo segmento de la hora a una práctica de gratitud, meditación o al hábito de llevar un diario nos ayuda a enfrentar el día con positividad y un mejor rendimiento. Por supuesto, Sharma indica que las 5 de la mañana es una hora perfecta para dedicarle un tiempo a buscar nuestra calma interior, todo el mundo duerme y apenas hay distracciones que se puedan interponer en ello. No vamos a negar que las 5 de la mañana quizá sea un poco ambicioso, pero implementar estos veinte minutos de reflexión en tu día a día, sea la hora que sea, seguro que será un buen comienzo.
- Crecimiento. El último segmento se centra en la lectura, el estudio o la escucha de podcasts. Profundizamos en nuestros conocimientos con la intención de dominar nuestro ámbito y fomentar la inspiración. Solemos tener la costumbre de levantarnos y sin pensar mucho más, desayunar y comenzar la rutina de chequear los primeros mensajes o emails del día. Muchas veces nos encontramos a nosotros mismos y a nuestras circunstancias personales como impedimentos en nuestro tiempo libre. Cuando estamos muy cansados después de un largo día no queremos ejercitar mucho más el músculo del cerebro así que dedicarle veinte minutos a nutrirlo antes de que tu corteza prefrontal te ponga todo tipo de excusas es un método infalible.
Sin duda, seguir este esquema nos puede ayudar a sentirnos más en balance con nosotros mismos. No debemos obsesionarnos con los minutos o las horas exactas, pero con un poco de determinación podemos intentar acostarnos antes e implementar estos 60 minutos para nosotros.
Sharma explica que hay una satisfacción especial en ser una ‘morning person’ - lo que a veces resulta muy complicado en ciertos lugares como España, en la que su actividad nocturna es muy alta (¡nuestro prime time en la televisión es a las 10 de la noche!) - y es el hecho de sentir que en apenas una hora has hecho más de lo que pueden hacer otras personas que en ese momento duermen. Está comprobado científicamente que nuestra concentración se va diluyendo a lo largo del día y que las interacciones sociales son más propensas a darse a partir de ciertas horas de la tarde. Nuestra corteza prefrontal - que se encuentra en la parte más cercana del cerebro al rostro- aumenta su capacidad de crear excusas a lo largo del día.
A todos nos da pereza los esfuerzos - todos somos humanos- pero puede ser un juego divertido luchar contra tu corteza prefrontal por las mañanas y levantarte antes de que ella lo haga. Aprovecha ese momento de debilidad para hacer todas esas cosas con las que siempre tienes algún que otro problema de tiempo o motivación.
Enfoca tus días como pequeñas cápsulas de vida en miniatura: un día, una vida completa. Y céntrate en lo que te gustaría alcanzar en ellos.
Los mejores lo son gracias a sus hábitos y, generalmente, tardamos unos 66 días en implementarlos en nuestras rutinas. Solo necesitamos un buen ‘grit’, esto es, un buen nivel de compromiso, disciplina, resiliencia y perseverancia. ¡Cuidado y tampoco te obsesiones! Si un día es como una vida en miniatura, en la vida también hay momentos en los que no hay que ser productivos y descansar. Aprovecha la energía que tu cuerpo te da y tu cerebro te permite por las mañanas, y acomódate tranquila y sin presión en esas horas en consonancia con ellos.